Hambre : f. Ostracismo pasajero de un individuo, hab. pueril, tras una pataleta.
#HungrierThanEver . Un eslogan llamativo más propio de una cadena de comida rápida estadounidense, que de un atleta. “Más hambriento que nunca” así se presentó Bonucci en Vía Aldo Rossi, mientras era llevado casi en volandas en medio de una afición enloquecida y entregada a su nuevo ídolo. La muchedumbre coreaba su nombre en un bullicio pleno de frenesí y estupor, por haberle hurtado el mejor central del mundo al archienemigo de Turín. La llegada de un “campeón” en el año 6 d.Z (después de Zlatan).
Se presentó en Casa Milan con una efusividad moderada. Se hizo un par de instantáneas, con Fassone a su vera, en la sala de trofeos del club. Sus ojos encandilaban, porque él “venía más hambriento que nunca”. Su corazón traqueteaba, porque “él venía más hambriento que nunca”. Ver tantas orejonas juntas era un suceso sin precedente en su vida. Ya sabéis, en Turín hay mucho espacio, mucha medalla de plata y mucho polvo. Y él tenía hambre.
No sabemos si por iniciativa de Montella o por una imposición en petit comité, pero se le endosó la banda de capitán ipso facto, y no se le entregaron las llaves de San Siro porque solo somos inquilinos. Su debut acaeció ante el Borussia en China, vitoreado desde la tribuna por unos aficionados asiáticos que alzaban unas cómicas bufandas que rezaban “#WeAreSoRich”. Parece ser que está de moda que los hashtags auguren exactamente lo contrario que enuncian. Ni #SomosMuyRicos ni Leo está #MásHambrientoQueNunca.
En sus 51 presencias con el Milan dejó una galería de destellos, eso era inevitable pues es consabido que es un guardespaldas con pies de seda. Sin embargo también es innegable que su rendimiento fue cuanto menos insatisfactorio para un jugador con sus condiciones. Si algo lo ha caracterizado en su turismo por Milán ha sido su carácter, su casta de líder. Nos hizo erizar la piel a muchos viendólo como ejercía de Kaiser , arropado por sus compañeros en un partido de la fase previa de la Europa League. “Tenemos que llevar al Milan a donde se merece, y para eso vales tú, y tú, y tú también...” sentenciaba mientras iba señalando decidido a varios de sus compañeros que lo contemplaban como quién atiende a un adalid. No sólo lo vimos capitanear a nuestro equipo, escudado por un Romagnoli que sorpresivamente lo terminó eclipsando; también lo vimos marcar su primer gol ante el Crotone, en una acción carambolesca que nos dió la victoria. Tras el partido hasta publicó un minitutorial de cómo hacer su reconocida celebración: Mirada al frente, acompañado de una carrera corta con el dedo índice dibujando círculos entorno a su boca. “Sciacquatevi la bocca” o “enjuagaros la boca”, para que nos entendamos. Todos queríamos imitarla.
Sus 4501 minutos con nuestro equipo, además nos permitió ver como firmaba la ley del ex en el mismísimo estadio de la Juve. Lo celebró con euforia, lo cual es totalmente comprensible viendo la avalancha de exabruptos dirigidos a su estirpe por parte de aficionados de la Vecchia Signora. “¡Enjuagaros la boca!”, aunque terminamos perdiendo dicho encuentro. Posteriormente vino la final de la Coppa donde también salimos derrotados y, ¿quién sino fue el blanco de las ofensivas de pueblo juventino? “Leo, álzala” en referencia a la Coppa que acababan de conquistar.
Lo acobijamos y apoyamos como siempre, incluso publicó un tuit celebrando la decisión del TAS y muchas pensabámos que se trataba de una declaración de intenciones ante los rumores incipientes de su posible partida... Dicho tuit terminó siendo una secuela del “Se queda” de Piqué.Y ahora nos encontramos con su deseo explícito de irse... ¿Por qué, Leo? Lo vemos apartado en las fotos que suben sus compañeros en Instagram, durante la gira. Siempre con una media sonrisa, forzada,tensa. Tiene la expresión de un paciente esperando ser atendido en un consulta médica. Se le ve ausente, distante con los tiffosi que le piden una foto. ¿En qué momento llegamos a este punto? Se rumorea que se pasea, más bien erra por los pasillos del hotel, como alma en pena. Leo, por tu fugaz servicio no vas a doler, pero nos merecíamos más tacto por tu parte.
El Milan no es un albergue ni la sala de espera de un hospital. Somos un equipo que, dando bandazos, intenta reecontrar el camino de la gloria de antaño. Quizá no supiste apreciar el peso de nuestra historia. Quizá eres un poco impaciente o realmente no estaba muy convencido cuando viniste. Quizá te ilusiona ser subdito de CR7. Quizá tus antiguos compañeros se divierten haciendo de Celestina. Quizá la inestabilidad en nuestra cúpula también tiene responsabilidad en tu decisión pero, por respeto al Milanismo, por favor “enjuágate la boca” antes de escribir una carta de despedida a la afición.
Suerte con la futura #TricampeonaDeEuropa.