viernes, 27 de octubre de 2017
El "aeroplanino" que no quería volar. Enzo Ramírez
Años 90, un bambino del Empoli, natural de Pomigliano d'Arco, delgado y de baja estatura; es zarandeado por un par de corpulentos centrales de la categoría de plata del calcio.
Balón al área, Vincenzo alza el vuelo aprovechando hábilmente sus 1,72 metros de altura. "Rete, rete, rete!". El novel aeroplanino recorre la banda en medio de su euforia juvenil simulando el vuelo de un avión.
Voló, volaba, no vuela, ¿Volará?
Tras una temporada productiva en el Empoli, aterriza en el Genoa. Luego, es transferido a la Samp, para terminar recalando en su adorada Roma. Todos sus equipos vieron decenas de veces la "danza área" que desplegaba el pequeño avioncito celebrando un gol. En 2009 se retiraría como jugador profesional, pero algunos dementes no soportan el DELIRIUM TREMENS por la ausencia de fútbol, y vuelven esta vez con pizarra y corbata.
En 2012 empieza a entrenar a la loba y es cesado tras unos pocos meses en el cargo. Pasa al Catania, para sustituir al Cholo Simeone. Está una única temporada y pasa a la Fiorentina, donde tendría su mejor desempeño. Tras una buenas temporadas, es destituido por su voluntad de eliminar la cláusula de rescisión de su contrato. Recala en la Samp... catástrofe: 6 victorias, 6 empates y la friolera de 15 derrotas.
Un registro nefasto, ¿No es así? Pues el bueno de Vincenzo avisó a la torre de control "MAY DAY, MAY DAY!" y aterrizó de emergencia en San Siro. Si, venía de hundir al conjunto genovés y firma por el heptacampeón de Europa... Uno de esos chistes de tío Silvio que algún día le veremos la gracia.
Sorprendentemente, consigue un inicio de campaña prometedor y se titula supercampeón italiano ante toda una Juve. Llega enero de 2017 y su Milan entra en pérdida. Derrotas irrisorias hacen peligrar la vuelta del equipo a Europa. Finalmente, se consigue, con la complicidad de un Inter y Fiore que parecían tener pereza de viajar los miércoles para jugar la champions naranja.
Último partido, Montella es manteado por los jugadores. "Vuela Vincenzo, vuela" pensaría algún rossonero.
Tras un vaivén agotador de rumores, precontratos y prórrogas; el gigante italiano fue adquirido por un grupo chino. La simbiosis entre Fassone y Mirabelli dio resultados ilusionantes, ¡Hasta le arrebatamos el mejor central del mundo a nuestro máximo rival! Temporada nueva, piezas nuevas y Vincenzo comienza la pretemporada (obviando la derrota categorica contra el Dormund de Pierre-Emerick) goleando al Bayern. Si, al conjunto bávaro de Carletto, "Mamma mía! El Milan está despertando", se escuchaba el "run run" en la prensa deportiva.
Comienza la previa de la EL, nos enfrentamos a equipos que vinieron a hacer turismo por la ciudad lombarda y, si sobraba tiempo, pues nos disputaban un partido de fútbol. Goleadas, no podía ser de otra forma. El titán milanés ya había despertado.
Llegamos a Serie A, vestidos de gala, desbordando confianza por un futuro prometedor. Victoria ante un Crotone castigado por una precoz expulsión. Luego seguimos con el Cagliari, con una victoria más trabajada. "Llega la Lazio, deberíamos batirlos, este nuevo Milan debe ganarles" ... Derrota, un baño con agua gélida, "¡Bah! Un traspié lo tiene hasta el Madrid contra el Betis."
Llegan la Samp y la Roma, somos vapuleados. Empieza a escucharse un rumor en nuestro interior, algo se quiebra. Un proyecto no se construye con un "abracadabra y su posterior tachán"
"Paciencia, paciencia, los resultados llegarán", susurraba avioncito. De forma torpe se empeña en la defensa de tres, aún tras la lesión de todo un pilar para este módulo como Conti. No funciona. El desafortunado mecanismo y sus automatismos se estancan. Bonucci, el guardaespaldas de los pies refinados, está a un nivel paupérrimo, atípico en él. El capitán sucede los errores, con una asiduidad que hasta parece intencionada. La delantera se muere de hambre, los mediocampistas no nutren al talentoso André, al obrero Kalinic ni al rebelde Cutrone.
La decepción y la tristeza del pueblo rossonero es profunda, cáustica. Todos, jugadores, directivos y aficionados salen con caras largas a la tarima. Todos estamos pesarosos, menos uno: El aeroplanino feliz, el que vive en las nubes. Si es que es hasta adorable cuando desenfundansu sonrisa en todas las zonas mixtas, tras haber sido ninguneado en el "tapete verde".
Llega el derby. Posible y necesario punto de inflexión. "¡Queremos sangre neroazzurra, queremos a Icardi empalado, queremos humillarlos!". Final del partido, TRIcardi exhibiendo la camiseta tras su hattrick... MAYDAY!
Muchos esperábamos que se depurasen responsabilidades. Podíamos aprovechar el patrocinio de Fly Emirates para pagarle un viaje a Montella a la desaparecida Atlantis, pero no. Otra vez tuvimos que tragarnos su muletilla preferida "Paciencia, los resultados llegarán".
Por si fuera poco, fuera de sus cavernas, hay algunos "aficionados" rossoneros (¿Puedo acentuar más las comillas?) qué incluso se atreven a defender a Montella. Si, la mujer con las mejillas castigadas que le lleva el desayuno a la cama a su agresor, ¿Qué clase de anomalía cromosómica hay que padecer para defender al máximo responsable de esta debacle?
Los cambios en los banquillos son peligrosos, todo sea dicho, pero esta situación no puede empeorar, venimos de empatar con el Genoa en casa, ¿Acaso ZZ no llevó al Madrid a conquistar dos champions tras el paso cómico de Benítez?
Evidentemente estamos muy lejos de ganar una orejona pero, ¿Tanto cuesta traer a alguien que por lo menos nos lleve a ella?
Vuela aeroplanino, por favor, vuela.
Enzo Ramírez
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